viernes, 17 de febrero de 2012

Antoni Muntadas en el Reina Sofía - 'Sistemas del arte'

Antoni Muntadas expone en el Reina Sofía Entre/Between, espacio dividido en 9 salas ordenadas temáticamente, donde se hace un recorrido a lo largo de toda su obra. La Exposición está comisariada por Daina Augaitis y puede ser visitada hasta el 26 de Marzo de 2012.

Tenéis más información este link de la página web del museo. 

El siguiente trabajo trata de analizar la sala 'Sistemas del arte' de dicha exposición, aquí podéis encontrar analizada la sala 'Microespacios'.



 ------------------------------------------


Sistemas del arte

Cuando entramos en sistemas del arte, hemos de saber que estamos en un museo. Aquí podemos descubrir toda la fuerza del site specific quizá manifestada de forma contraria. Mientras artistas como Serra tuvieron que lidiar con la destrucción de sus obras al ser retiradas de la esfera pública, aquí asistimos a la necesidad de este emplazamiento, de la localización institucional.

A nuestra izquierda observamos una serie de preguntas “¿quién, qué, por qué, cómo, cuándo, dónde, por quién, cuánto cuesta?” y a nuestra derecha una fotografía.

Si nos detenemos primero en las preguntas, el hecho de que la primera de ellas sea “¿quién?” no debería pasarnos desapercibido. Estamos buscando culpables. Ya hemos analizado el problema, ya sabemos que nos controlan, que nos aíslan, ahora queremos saber, en el final del recorrido, cómo evitarlo, qué nos es dado esperar, pero sobre todo, quién es el culpable. La última pregunta habrá de enlazar irremediablemente con el resto de la constelación. Cuánto cuesta, ¿es eso un problema? Que las cosas tengan precio además de un valor, nos señala ese plano que sobrevuela la realidad, plano artificial donde los haya, que nos dice lo que son y no son las cosas. Que el sistema fije un precio, significa que el sistema fija un objeto. Si las cosas finalmente son lo que cuestan y no lo que valen, el artista demiurgo no deja paso al lector, sino al presidente, o peor todavía, al presidente del banco.

¿Cómo sucede esto? ¿cuándo, dónde...? estas preguntas se contestarán por sí solas en la siguiente sala.

A la derecha observamos una fotografía que nos muestra el vaivén de los marcos y de los centros comerciales, oscilando en torno a la imagen de lo que parece un edificio institucional que, reflejado hábilmente sobre una esquina, da lugar a la imagen de un libro abierto. Mientras la realidad que percibimos es cambiante, la cara amable del sistema, el arte, las compras, el centro poderoso es siempre el mismo, como lo son las sagradas escrituras, sin ningún motivo más que el motivo último del mundo, porque sí (o porque Dios lo ha dictado). Sea quien sea quien lleve el mando, el poder es siempre igual. Es impersonal, no contiene ámbito privado —no está vivo—.

Entonces llegamos a la sala principal. Antes de preguntarnos qué vemos, vamos a leer lo que dicen que vemos. Según el cartel, vemos una serie de estructuras jerárquicas que vendrían a señalar la manera en la que el museo establece las exposiciones, un marco grande, unos marcos pequeños, unas televisiones... etc.

Si ahora observamos nosotros, tenemos básicamente tres opciones. La primera de ellas es en efecto lo que nos han dicho, vemos una serie de cuadros ordenados, el “cómo” de la pregunta anterior. Cómo nos recuadran lo que vemos, cómo hacen que nuestras miradas se dirijan a donde ellos quieren. Pero si vamos un poco más allá descubrimos lo que está dentro de los cuadros, llegamos a la segunda opción. Encontramos en principio el vacío, la nada. Allí donde se supone tendría que haber arte no lo hay.

El primer nivel de reflexión es que el objeto de estudio de dicha sala son los marcos y no su contenido, esto concuerda con lo que explica el cartel. Pero un segundo nivel de reflexión sería situar en el centro de dicha investigación la ausencia de arte. Mediante esos mecanismos, podemos concluir, se llega al vacío. Sea lo que sea lo que tradicionalmente encontramos dentro de un cuadro, no depende tanto del cuadro, pues con su sola presencia no tenemos nada, hace falta algo más. Esto responde al “dónde”, dónde está el arte, dónde se produce y dónde se experimenta, si atendemos a este segundo nivel de reflexión, que no vemos nada, desde luego no en el museo. No sabemos lo que es el arte pero no está aquí colgado.

Pero no hemos de quedarnos con esta respuesta, que sin duda es bastante optimista. El arte está en la calle, tanto mejor cuando la calle es gratuita y de todos. Pero si descendemos al tercer nivel de reflexión, y gracias al site specific, lo que vemos dentro de los cuadros es la pared del museo, no la nada. El arte es el museo, no importa que estén “las meninas” o que esté la pared en blanco, haya lo que haya dentro de un marco del Reina Sofía, será arte, y la prueba está en la entrada de nuestros bolsillos, ya sabemos “quien” y “cuánto cuesta”.

El “cómo” del principio se convierte en el “cómo” de la sala blanca, a través de los diferentes medios expositivos. Ahora sí podemos preguntarnos qué sucede con el resto de formas artísticas que no se ven representadas en una televisión o una serie de marcos. En cuanto a la instalación, ya hemos visto que aunque subrepticiamente, la sala de museo ya se encuentra dentro de la sala de museo. Igual que vemos el proyector por donde discurren las diapositivas, vemos la sala por donde discurren las instalaciones. Respecto a la performance, esta vez sí todos nosotros somos artistas. Estamos mediante el consumo de arte, representando este intercambio que posibilita todo lo que Muntadas -por lo menos- nos ha mostrado con horror. Si queremos que su mensaje tenga sentido, el qué hacer tendrá que salir siempre de nosotros. Nosotros decidimos si Muntadas es un salvador o un nigromante.

Ahora llegamos a la última sala de la constelación y de la exposición.

“Utilización de este espacio como una función comunicativa a nivel de:

-reflexión
-encuentro/relación
-actividad
-libertad de expresión
-discusión

tratando que desaparezcan las connotaciones artísticas aportadas por el mismo lugar y las motivaciones perceptivas que suele aportar el artista.”

Si analizamos este mensaje es realmente pavoroso. Queremos un lugar donde se encuentren las personas activamente a reflexionar, en términos de libertad. En ese lugar ocurrirá un proceso comunicativo que no se verá afectado por el medio ni por el artista. Entonces quedan dos opciones, o bien el mensaje que fluye en dicho sitio procede de los propios individuos -en cuyo caso, ¿qué sentido tiene tal lugar?-, o bien procede de ninguna parte, es decir, de ese lugar imaginario y estéril que flota en el ambiente y que hemos dado en llamar “sistema”.

Básicamente el museo quiere establecerse como el lugar donde la gente piensa, y dado que “tratando que desaparezcan las connotaciones” significa que no desaparezcan del todo, poder estar al tanto, y en la medida de lo posible participar, eso sí, desde la sombra, no con nosotros, sino entre nosotros.



No hay comentarios:

Publicar un comentario