lunes, 22 de abril de 2013
Enterrar una mano
Enterrar una mano
Siempre he querido enterrar una mano:
tocar la tierra
desde otro ángulo.
Cuando era pequeño enterré un ojo
—el derecho sólo, muy diferente del izquierdo—
y observé un trabajo secreto:
el ciclo de la descomposición
al germen.
Pero he crecido y no me basta saber.
«El primer órgano es el tacto.»
No me basta una experiencia periférica:
quiero enterrar una mano
—la izquierda o la derecha, ahora da igual—
y palpar el espacio donde se resuelve todo;
enterrar una mano, es decir,
burlar la vida.
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¿Sabes la sensación que me dejas? Que lo conseguirás. Que burlarás la vida. Encontrarás la manera de enterrar esa mano y mirarlo todo de nuevo desde otro ángulo; como si volvieras a nacer.
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