miércoles, 29 de febrero de 2012

¡Intelijencia!

¿Qué es la comunicación? ¿es un intercambio realmente? El emisor encierra dentro de sí un sentimiento que tristemente es capaz de expresar, y ese mensaje llega a otros, que al leerlo imprimen en él no ya ese sentimiento original (si es que pudo haberse plasmado) sino aquello que les evoca.
¿Debemos conformarnos con ello? ¿es eso nuestra poesía, nuestro arte?
No puedo renunciar en esa escalada perpetua hacia la cosa, pero esas herramientas que son las palabras, nos engañan describiéndola, jugando con su forma, redimidas a su sentido inalcanzable. Palabras ni siquiera inalterables, sino frágiles, como un espejo, sin otra cosa que ofrecer que aquello que podamos recibir, ese decir lo que ya se sabe, cuando toda expresión se reduce a evocar, las palabras son hechizos, todo mensaje es un recuerdo, y la comunicación no existe.
Esa frustración, o al menos esa declaración de intenciones, queda muy bien reflejada yo creo en Juan Ramón Jiménez, consciente del problema, no ofrece, eso es cierto, ninguna solución. ¿La hay?


--------------------------------------


Intelijencia, dame


¡Intelijencia, dame
el nombre esacto de las cosas!
Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre esacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario